Hoy en clase tuvimos unas invitadas especiales. Nos visitaron Adela Mendoza, Amy Shelley y Tricia (y Jake) Ravenhorst. Amy y Tricia son abogadas bilingües que trabajan con la comunidad hispana de la región. (¡Jake tiene sólo dos meses y durmió todo el rato!) Adela es la directora de la ACCH (Alliance for Collaboration with the Hispanic Community), una organización comunitaria de Greenville que recientemente recibió un presitigioso reconocimiento del Riley Institute. Según el Greenville News (May 8, 2009): "The Alliance for Collaboration with the Hispanic Community received the Outstanding Contribution to International Diversity Award from Wachovia. The alliance promotes understanding and cultivates collaborative relations between the greater Greenville and Latino communities by facilitating communication between constituencies. The group advocates particularly for those that have left their countries, families and friends behind to pursue better opportunities for their children, just like generations before them."
Nuestra conversación abarcó muchos temas, desde la diversidad lingüísitica de los diferentes grupos que componen nuestra comunidad hispana en Greenville a donde se puede comprar los mejores tamales hechos con hoja de plátano, pero el tema central fue la situación de las familias divididas y abandonadas después del redada en la fábrica de pollo Columbia Farms en Greenville en octubre de 2008.
En las horas después de la redada, Adela, Amy, Tricia y muchos voluntarios de ACCH y otras organizaciones trabajaron largas horas probono para tratar de ayudar a las familias afectadas por deportaciones repentinas. Aún participaron algunos estudiantes de Furman. Las situaciones de estas familias son bastante complicadas, cada situación es diferente y muchos de estos casos todavía no se han resuelto. ¿Qué le pasa a un niño que es ciudadano americano cuando uno o los dos de sus padres son deportados? ¿Quién les informa a estas familias rotas de sus derechos legales? ¿Qué hará la persona encarcelada en otro estado si no puede comunicarse con su familia? Estas y muchas más son las preguntas inesperadas que nuestras invitadas tuvieron que contestar en octubre.
En clase el otro día hablamos de un video de Anthony Bourdain sobre la frontera Texas/México en que el famoso chef revela exactamente quien cocina las comidas en la mayoría de los restaurantes más finos de Nueva York. ¿De dónde son los cocineros en su restaurante Les Halles? ¿Son de París? ¿Estudiaron en Marseille? No. Son de Puebla, México. Todos los días, miembros de la comunidad latina en Estados Unidos trabajan de una manera viva y activa en cada faceta de nuestro sistema de sembrar, cultivar, cosechar, recoger, procesar, transportar, cocinar y comprar alimentos. Una situación como la de la redada en mi barrio (la fábrica de Columbia Farms queda a una milla de mi casa) me hace ver estas conexiones de una manera mucho más clara. Hace años que veo las plumas que salen de los horribles camiones sobrecargados de pollos tristes que llegan a la fábrica por la calle Pleasantburg. A veces por la mañana, veo latinos caminando con botas negras de goma a su turno en la fábrica, pero tengo que confesar que nunca había imaginado lo complicado que pueden ser las vidas de estos vecinos míos.
Concluimos nuestra conversación hablando del DREAM ACT, un proyecto de ley para dejar que los niños de familias indocumentadas que crecen en Estados tengan la oportunidad de asistir a universidades públicas.
What is the DREAM ACT? The Development, Relief, and Education for Alien Minors (DREAM) Act is bipartisan legislation that addresses the situation faced by young people who were brought to the United States years ago as undocumented immigrant children and who have since grown up here, stayed in school, and kept out of trouble.
Each year about 65,000 U.S.–raised students who would qualify for the DREAM Act’s benefits graduate from high school. These include honor roll students, star athletes, talented artists, homecoming queens, and aspiring teachers, doctors, and U.S. soldiers. They are young people who have lived in the U.S. for most of their lives and desire only to call this country their home. Even though they were brought to the U.S. years ago as children, they face unique barriers to higher education, are unable to work legally in the U.S., and often live in constant fear of detection by immigration authorities.
Después de todas estas conversaciones yo decidí que quería hacer algo para ayudar y visité esta página web y, por primera vez en mi vida, les envié emails a mi representante y a mis senadores. No es mucho, pero es algo. Mientras lo hacía, pensé en algo que dice Marisa Marisa, mi colega y amiga de Madrid. Marisa siempre nos dice que comunicarse personalmente con un político es algo muy americano, y algo poco común, si no imposible, en un país tan moderno como España.
Gracias, Adela y Amy por compartir su perspectiva con mis estudiantes y conmigo.